Historias de donantes

Susan y Clayton son partidarios de Greater Rochester Habitat for Humanity desde hace mucho tiempo y han prestado servicios a la organización de diversas maneras. Sus donaciones anuales siguen respaldando necesidades específicas de la misión, mientras que también donan generosamente su tiempo prestando servicios en la Junta Directiva, los Comités y como voluntarios prácticos de Hammer & Saw y Women Build en el campo de la construcción. Susan, educadora de toda la vida, sabe que la vida familiar estable que reciben los niños al vivir en una casa de Habitat se traduce directamente en su éxito en la escuela y en la vida. Clayton, que tuvo una carrera de 35 años en viviendas asequibles y se jubiló como director ejecutivo de Rochester Management en 2011, vio de primera mano el impacto positivo de la vivienda asequible y de calidad en las familias urbanas. Cuando sus hijos se convirtieron en adultos independientes, revisaron sus planes patrimoniales para incluir a Greater Rochester Habitat for Humanity como parte de una estrategia de donaciones planificada. Susan y Clayton han transmitido que “Creemos que nuestro compromiso de ayudar a las familias trabajadoras a alcanzar su sueño de ser propietarios de una vivienda y tener seguridad financiera se puede lograr a través de nuestra participación en la Legacy Builders Society, que apoyará la sostenibilidad futura de la misión de Greater Rochester Habitat”.

Lyle y Linda Tague pueden describirse como una pareja cuya pasión por dar va más allá del simple apoyo financiero: es un compromiso de tiempo, talento y corazón. Durante más de 15 años, han sido partidarios dedicados de Greater Rochester Habitat for Humanity, impulsados por una profunda creencia de que la vida puede ser desafiante, pero con trabajo duro, perseverancia y un fuerte sentido de comunidad, se pueden alcanzar grandes recompensas. El viaje de Lyle comenzó en una granja lechera en el noreste de Pensilvania. Allí pasó su infancia trabajando junto a sus padres y su hermano para administrar la granja. Desde muy joven, Lyle supo que quería ser ingeniero, un sueño que alimentó a través de años de arduo trabajo. Fue en la Universidad Estatal de Pensilvania donde Lyle conoció a Linda, y sus sueños compartidos los llevaron a establecerse en Rochester, Nueva York, cuando él aceptó un puesto en Eastman Kodak Co. Allí prosperó en una variedad de roles hasta su jubilación en 2009. Al reflexionar sobre su trayectoria, Lyle comparte: “No siempre tuvimos mucho cuando yo estaba creciendo, pero trabajamos duro para conseguir todo lo que teníamos. Una vez que Linda y yo nos casamos y conseguí un trabajo en ingeniería, nos dimos cuenta de que ser dueño de una casa era más que un techo sobre nuestras cabezas. Una casa es la base sobre la que se construyen los sueños”. Para Lyle y Linda, ser dueño de una casa es sinónimo de estabilidad. Entienden que tener un lugar seguro al que llamar hogar no solo brinda una sensación de seguridad, sino que también crea oportunidades de crecimiento. Creen que un hogar estable conduce a mejores resultados educativos para los niños, lo que a su vez abre las puertas a nuevas oportunidades y ayuda a romper el ciclo de la pobreza. Lo que distingue a Hábitat para la Humanidad, a sus ojos, es su capacidad única de conectar a los donantes directamente con los resultados de sus contribuciones. “Habitat es diferente a muchas otras organizaciones sin fines de lucro en el sentido de que puedes ver exactamente a dónde va tu donación. Puedes presenciar la transformación a medida que se construye una casa, sabiendo que has desempeñado un papel en hacerla realidad”. Como constructores de legados, Lyle y Linda son más que simples donantes: son socios comprometidos en la creación de un cambio duradero. A través de sus contribuciones financieras, así como del legado de su casa, están ayudando a sentar las bases para que se hagan realidad innumerables sueños. Su legado es de esperanza, estabilidad y oportunidades para las generaciones futuras.